Vacunación: ¿cómo funciona?

Sin duda, la mayoría de la población cree en la eficacia y los beneficios de la vacunación, y esto concuerda con la opinión de la comunidad científica. Sin embargo, la mayoría no es la totalidad: en Estado Unidos hasta el 9% de la población cree que la vacunación no es efectiva e incluso es peligrosa 1,2. Por desgracia, parece que los movimientos anti-vacunas han aumentado en los últimos años, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud a considerar el rechazo a las vacunas como una de las 10 amenazas para la salud global3,4. Las vacunas han demostrado su eficacia erradicando enfermedades como la viruela, la filariasis linfática o la poliomelitis en al mayoría de los países5. En vista del aumento de los “anti-vacunas”, la gran cantidad de bulos circulando en Internet 6,7,8, y la importancia de la vacunación (especialmente en los tiempos que corren con la crisis de salud global por la COVID-19), hemos decidido abordar este tema.

¿Cómo funciona?

¿Cómo nos protegen las vacunas frente a los patógenos (organismos causantes de enfermedades)? Para entender completamente cómo funcionan las vacunas, tenemos que entender cómo funciona el sistema inmune. Cuando un virus o bacteria entra en nuestro cuerpo, el sistema inmune cuenta con dos herramientas: sistema inmune innato y sistema inmune adaptativo9.

El sistema inmune innato (o respuesta innata) ataca al intruso (virus o bacteria) de forma general y rápida. Tal respuesta elimina al invasor casi de forma inmediata, pero también acarrea conocidos síntomas como tos, estornudos, inflamación o fiebre. Es por tanto nuestro cuerpo el responsable de dichos síntomas, ¡y no el patógeno! Desafortunadamente, a veces el patógeno puede resistir la respuesta innata y por este motivo contamos con un segundo tipo de inmunidad: el sistema inmune adaptativo9.

Cuando el sistema inmune adaptativo entra en acción, nuestro cuerpo producirá células, conocidas como linfocitos, para combatir al patógeno de manera más específica y eficaz que la respuesta innata. Los linfocitos pueden ser principalmente de dos tipos: B o T. Los linfocitos B producen anticuerpos para reconocer al patógeno y que los linfocitos T puedan destruirlo. Además, nuestro cuerpo también cuenta con una categoría especial de linfocitos: los linfocitos de memoria. Estas células son capaces de identificar la parte inefectiva del patógeno (conocida como antígeno) y recordarla, de forma que si el cuerpo se vuelve a encontrar con este patógeno, la respuesta será incluso más rápida. Por desgracia, en función de quién sea atacado, esta respuesta adaptativa puede ser muy lenta, como ocurre por ejemplo en personas ancianas o con un sistema inmune débil10.

Entonces, ¿qué es una vacuna?

Imagina ser capaz de avisar a tu cuerpo para crear esta memoria frente al patógeno incluso antes de ser infectado. Eso es exactamente lo que hacen las vacunas mediante la previa activación de la respuesta adaptativa. De hecho, normalmente las vacunas contienen o bien el patógeno inactivado (de modo que no puede causar enfermedad) o simplemente proteínas especificas del patógeno (los antígenos antes mencionados) que el cuerpo aprenderá a reconocer. Una vez reconocido, el cuerpo puede crear linfocitos de memoria para que, cuando verdadero patógeno nos invada, sea rápidamente eliminado y no cause grandes síntomas.

No importa el formato de la vacuna, todas tienen el mismo objetivo: activar al respuesta inmune adaptativa sin causar daño en la persona vacunada. A día de hoy, la investigación sobre vacunas nuevas y más efectivas está en marcha y podría ayudar contra enfermedades como el Zika o el SIDA 11,12,13

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¿Pueden las vacunas tener efectos adversos?

Esta es una pregunta recurrente: es cierto que la idea idea de protegernos de un patógeno inyectándonos partes del mismo puede ser un poco…confusa.

Mucha gente no experimenta ningún efecto secundario tras la vacunación. Las vacunas pasan una estricta serie de controles antes de estar a disposición de la población, lo que minimiza el riesgo de efectos adversos. Algunas vacunas, sin embargo, pueden tener efectos secundarios como fiebre ligera, dolor de cabeza o muscular, pero todos ellos son debidos a las respuesta inmune innata antes mencionada.

¿Puede haber efectos adversos más serios? Son extremadamente raros y se deben a una reacción alérgica a la vacuna. Por cada millón de personas vacunadas, solo una o dos de ellas experimentarán algo mas fuerte que los ligeros efectos secundarios mencionados 16. Recuerda que las vacunas son seguras ya que pasan múltiples controles antes de que tú seas vacunado, y que también son efectivas, pues ayudan a erradicar enfermedades a nivel mundial.

¿Por qué son importantes las vacunas?

Como hemos visto, las vacunas nos protegen de muchas enfermedades. La vacunación es un pilar central de la salud pública y detener tal práctica traería de vuelta enfermedades que muchos de nosotros hemos tenido la suerte de nunca experimentar, como la polio, por ejemplo. Esto ya ha sucedido antes en la historia: en la década de 1970, Japón sufrió el retorno de la tos ferina, una enfermedad bacteriana altamente contagiosa que puede ser particularmente grave para los recién nacidos. Un movimiento anti-vacunas llevó al gobierno a la decisión de parar la vacunación contra la tos ferina durante 1974 y 1975. En consecuencia, en 1979 se desarrolló una epidemia con mas de 13’000 casos y 41 muertes17,18.

Hoy en día, la comunidad científica nos recuerda constantemente la importancia de las vacunas para frenar o incluso erradicar ciertas enfermedades. Como mencionan la revista Nature o el medio de información Heidi.news, entre otros, la desinformación en el ámbito vacunas es cada vez más común en la sociedad y puede ser potenciada incluso por conocidas personalidades 19,20. El deber científico es responder y aclarar estas oleadas de miedo infundado hacia las vacunas. Por su parte, la sociedad tiene el deber de ser crítica ante la información recibida, pues las vacunas continúan siendo una de las mejores defensas frente futuras epidemias.

Para más información, consulta los siguientes recursos (en inglés):

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